miércoles, 31 de enero de 2018

Día 74

Ayer, ya instalada en Buenos Aires, me dediqué a navegar la red inmensa e infinita. Me sumerjo en sus aguas y puedo estar horas leyendo. Cuantas vidas, cuantos mundos, y una es una gota en el océano. Una vive su vida tan concentrada, tan intensamente y a su lado miles, millones, nacen, crecen, mueren. Una mujer en particular me llamó la atención. Había iniciado un blog allá por 2009 y lo actualizaba a diario o casi a diario. En el blog iba contando los progresos de su casa, el día a día, los avatares cotidianos de hacer, refaccionar y vivir en una casa nueva-vieja, en fin, de todo. En algún punto esta mujer se enferma. Le da un cáncer de ovarios. Entonces ella toma la decisión de twittear minuto a minuto y segundo a segundo, su vida, lo que en definitiva sería su muerte. La verdad que leerla me produjo un impacto extraño, difícil de definir. Esta mujer había convertido su vida y luego su muerte en un espectáculo, un show. Bromeando sobre su enfermedad, lo que no quita que la tomara muy en serio, haciendo observaciones, chistes, compartiéndolo todo en un streaming interminable donde se confunde lo "real" con lo "ficcional". Porque en definitiva somos ficción, la ficción de alguien, de un otro, la ficción de nosotros mismos. Supongo que esto no es nuevo, ya había leído de casos parecidos, pero en algún punto, me parece algo tan terrible lo de la enfermedad, la muerte, algo que a veces nos guardamos para nosotros mismos, vamos con pie de plomo por respeto al otro y por respeto a nosotros mismos. Respeto por decir una palabra que ya sé que es antipática. Esa irreverencia, esa desfachatez por llamarlo de algún modo, me retrotrae a mi propia enfermedad, a aquél viaje en colectivo, el 71, de vuelta de la histeroscopía, con el resultado en la mano de mi hermana, mi hermano los tres en silencio y la sentencia escrita: sospecha de adenocarcinoma. Son momentos fuertes cuando finalmente te confirman que tenés un cáncer, con todas las letras, adenocarcinoma de células claras poco diferenciadas -el poco diferenciadas parecía agravar más la cosa-. La mierda. Estoy fregada como dice mi hermana. Enseguida decidís que vas a dar batalla, que la vas a pelear y te operás cuanto antes un 28 de diciembre. Qué miedo. ¿Me despertaré de la anestesia?. Y luego año nuevo mirando los fuegos artificiales desde la ventana del sanatorio y tu hermana siempre ahi al pie del cañón. Tus amigas, tu familia o lo que queda de ella. Esperar las biopsias, curar la herida de la cicatriz que te atraviesa la panza verticalmente. En fin. Todo. Ir a la peluquería en Once a pelarte porque te convencieron de que te convenía anticiparte, de todos modos te quedás sin pelo, sin cejas, sin pestañas, la quimio, los rayos. Cada tomografía, cada análisis de sangre. La verdad en todo ese tiempo no se me ocurrió hablar mucho del tema públicamente, en un blog, mucho menos en facebook o twitter. ¿Por qué? ¿Lo hacía menos real? ¿ Me evitaba todo el dolor? ¿Toda la bronca? No sé. Me permití hacer chistes si, en el consultorio con mi psiquiatra, con mis amigas en alguna reunión y cuando ya no lo soporté más, me arranqué la peluca protectora de la cabeza y me pasee por la vida con mi pelo al ras. Acá estoy, lo hice, y sobreviví. Otros no tuvieron esa suerte. A fin de cuentas, es un tiempo extra, aprovechalo como mejor puedas. Cada uno hace lo que quiere y puede con lo que le toca, creo, aprendí un poco a los golpes, que hablar es sano, que ponerle palabras al dolor es curativo, pero me gustaría saber cual es el límite -si es que acaso hay un límite-, para mi, para el otro, para todos. No sé si es algo que se sabe de un día a otro, quizás se aprende con cada día que pasa, con cada experiencia. Hablar, hablar, hablar, compartir, lo bueno, lo malo, lo feliz, lo doloroso, porque a fin de cuentas como Marie a todos nos toca de una forma o de otra, marcar tarjeta y pasar al más allá. El cómo es elección de cada uno.




                          (casamiento de Agus y Marta en Buenos Aires, noviembre de 2013)

No hay comentarios:

Publicar un comentario