sábado, 28 de julio de 2018

Ser feliz o la magia de los objetos

Cinco imágenes de objetos que me hicieron feliz estas vacaciones. ❤❤❤


(Bata de toalla blanca)


(mi bici -en rigor me hace más feliz cuando la uso para trasladarme-)


(Un esquinero para poner algunos de los varios libros que tengo) 


(Libros, terminé dos, el de Bordelois y el de Yates -gracias Marxe-)


(Un gorro de lana para la cabeza que compré en la feria de plaza Armenia) 

Hay algunos más. Las grullas de papel que traje de la feria, las plantas que compré hoy cuando volvía de terapia, los anteojos para leer que hicieron mis lecturas más rápidas y efectivas. En fin...son objetos, cosas materiales pero a fin de cuenta representan momentos, vivencias, emociones, sentimientos, felicidades pequeñas pero que sumadas unas a otras constituyen un presente dichoso y armonioso.

viernes, 27 de julio de 2018

Día 110

   Días atrás me pronuncié en un chat de amigas de toda la vida acerca de la ley de despenalización del aborto que se quiere aprobar en agosto en el congreso. Me llevó muchísimo tiempo, muchos silencios, mucha furia reprimida, mucha sumisión, muchas lágrimas y varias cosas más, cobrar valor y expresar mi punto de vista, casi como pidiendo permiso o perdón e implorando que nuestra amistad no se quiebre ante esta y otras diferencias. De las 17 que somos, solo cuatro o cinco respondieron mis palabras o reaccionaron asegurándome que esa opinión -vertida con respeto- no cambiaría la naturaleza de nuestro vínculo. El resto guardó silencio. Un silencio que todavía no sé cómo interpretar. Creo que algunas maneras de hacer a un lado, de ¿discriminar?  o aislar al que piensa distinto, al que es diferente, no pasan por las palabras si no por mínimos gestos, ese no hacerte partícipe de sus vidas, de lo más valioso que tienen, como si uno fuera a contaminarlo con su persona y presencia. Por dar un ejemplo: de todas las amigas que tengo y sus hijos -que no son pocos-, no amadriné a ninguno, la única ahijada  -de Bautismo- que tuve alguna vez murió de meningitis en un conventillo en la Boca. Era la hijita enferma de una mujer que íbamos a visitar con un antiguo noviecito en uno de esos afanes por salvar el mundo que eran tan frecuentes en esa época. Esos y otros gestos muy sutiles son los que van socavando la amistad, erosionándola, desintegrándola a la luz de la historia en nuestras vidas paralelas que transcurren y que cada vez se entrecruzan menos y cada vez tienen menos en común y más y más  de diferente tanto en lo geográfico como lo social como lo sentimental lo económico lo ideológico y demás etcéteras. Creo que en estos como en otros vínculos se hace necesario dejar de forzar las cosas, el afecto, el cariño o lo que fuera y dejar que las cosas fluyan en la dirección que tengan que fluir. ¿Para qué forzar lo que no quiere ser? ¿Para qué poner todo de nuestra parte? Ser siempre la que insiste, la que implora, la que se acerca. Puede llegar a ser -si uno lo permite- tan cansador como frustrante. En fin, un desahogo, creo que son análisis muy complejos que pueden conducir a algo o no. Mientras tanto me concentro en lo que sí. Que los no queden con sus dueños. 

miércoles, 25 de julio de 2018

Día 109

Leyendo estas vacaciones, intentando capturar lo indecible. 



                         (Ivonne Bordelois, Noticias de lo Indecible, "Libros del Zorzal"-Edhasa)

lunes, 23 de julio de 2018

Día 108

Me levanto temprano los primeros días para aprovechar y no hacer nada desde temprano. O eso me gusta repetir entre risas. Más tarde duermo una siesta -para reponer energías-, y temprano me voy a dormir porque necesito descansar de no hacer nada. A veces -como ayer- me despierta en mitad de la noche un mensaje de Flor y nos colgamos hablando una hora y media por teléfono, mientras cada una hace algo distinto o lo mismo, intercambiamos impresiones, fotos ( "Me compré un gorro nuevo" "¿A ver?" "Mmm sacate otra en esa no estás bien, mmsi esa está mejor" "Perdí los anteojos" "No, los debés tener en algún lado" ). Vivencias, similares y diferentes, la vida, la alegría. Decidimos lavar juntas los platos (Flor en su casa yo en la mía) más tarde siento hambre y me hago un omelette. Cuando la conversación va languideciendo y el silencio se apodera de la comunicación, cortamos la llamada. Son casi las tres de la mañana. Yo sigo mirando internet, navegando por el espacio, y sintiendo, gradual y gentil, el abrazo del sueño. Este lunes amanece soleado y mientras miro los rayos del sol por la ventana y desayuno, me pregunto qué haré el día de hoy, cómo lo aprovecharé, mmmcambio de rutina nonfareniente, es que la luz, creo, invita al movimiento, y los días de no hacer nada, comienzan su descuento, así, pienso en el sakura  que está floreciendo en el Jardín Japonés o en la manta turquesa que vi en oferta ayer en Coto y que no me compré. Miro a June que se va acomodando en la cama y que duerme eternamente su sueño felino y me admiro una vez más de cuánta es la compañía sanadora, gratuita, generosa e irremplazable de todos estos años. Once años. Voy pensando en detener esta marcha y fluir de pensamientos y cerrar hasta próxima entrada acá mi día de furia alegre. 



Grullas en casa

                                                           
                                                            Yo, con gorro nuevo, feliz.

domingo, 15 de julio de 2018

Día 107

Es una maravilla tener tantos días por delante para descansar, hacer un alto y juntar energías para enfrentar y transitar la segunda parte del año. Estos días fueron hermosos, sobre todos los que siguieron al día de mi cumple donde me vi rodeada de amor, cariño y afecto. Todo lo recibí con los brazos abiertos y todo traté de retribuir también con las manos extendidas. Ahora que pasó un poco esa "euforia natalicia" vuelvo un poco a mi centro y empiezo a analizar situaciones, emociones, palabras, acciones. Todo es hermoso a la luz del sol que asoma por mi ventana y aunque ciertas cosas me molestan un poco, me impiden esa felicidad "total", sigo adelante, porque hacia adelante se construye siempre. Creo que esta idea no es nueva, que ya lo expresé varias veces en este blog, pero está visto que giramos en círculos el noventa por ciento de las veces. Espero que esos círculos se transformen en espirales ascendentes, en escaleras o escalones que nos lleven a un nuevo estado de cosas para allí seguir girando, progresando, avanzando. En fin, pensamientos que como torbellinos invaden mi alma y me animan a compartir, a seguir y a mejorar, siempre, cada vez un poco más. 


sábado, 14 de julio de 2018

Doce en el Paraná

 Éramos doce en el Tigre ese fin de semana. Doce mujeres, doce historias que confluían como los brazos de ese río, en ese lugar. Doce personas adultas que habíamos dejado todo para convivir unas horas, para rescatar la amistad, la historia en común, las rutinas del afecto, las charlas y las palabras, de la unión largamente conservada.
Mientras algunas –tres- se iban a remar por el río y otras a leer y caminar, me quedé con Marian, Ignacia y Lula, charlando de espaldas al agua.
-Yo la remo, toda la semana- había dicho jocosa ante la invitación a navegar en el kayak.
Y era, de algún modo: cierto, verdadero.
Cuando la invitación se repitió, reiteré la broma.
-Ya lo dijiste, más temprano- apuntó no sin sarcasmo, Caro.
-Bueno, sí. Pero no todas lo habían escuchado- repliqué velozmente. Y era verdad.
De repente, Ignacia saca a relucir una noticia, lo de Macrón y aquél adolescente que se tomó la libertad de tutearlo, de llamarlo por su primer nombre. Yo lo defendí, al adolescente digo. Y a mi postura, la que subyacía detrás de mis palabras, de mi idea de lo que tenían que ser la educación y la vida, en definitiva. Muy lejana de lo que opinaba Ignacia. Ella con muy buen tino, se levantó y se fue al muelle cercano a hablar por teléfono.
Quedamos  Lula, Marian y yo.
Ya no recuerdo por qué derroteros transcurrió la conversación, pero de repente advertí que estaba dando la espalda al río, a ese espectáculo hermoso de los árboles y las embarcaciones que iban y venían por el lugar. La neblina persistente que ocultaba y difuminaba las formas, tornándolas borrosas, poco definidas, confiriendo a todo un aire de novela de Agatha Christie según palabras de Ignacia, que lee mucho.
Entonces cambié mi silla de lugar y me senté entre Lula y Marian, pensando en proseguir con la conversación, que quizás, sin quererlo, había desalentado con mi fervorosa defensa del chico francés.
-Tenés que depilarte ahí arriba-, dijo Lula que observaba con desaprobación mi surco sub nasal.
-Bueno, como “tener”, no tengo, me lo depilo si quiero- respondí, un tanto irritada, ante el comentario gratuito, que no había invitado, ni consentido y que volvía a evidenciar tantas diferencias entre ella y yo.

Acto seguido, luego de dejar pasar unos minutos, me levanté, y yo también me acerqué al muelle donde Ignacia seguía hablando por teléfono.
Doce voluntades, doce personalidades, lo habíamos dejado todo, o al menos casi todo, por unas horas, para resaltar el vínculo de años, para rescatar en esa isla, el afecto y la historia compartida. 
El viaje de vuelta en lancha se me hizo largo, demorado, lento y aletargado. 
Ya en casa, me reconocí en los ojos y maullidos de mi gata que, detrás de la puerta, atenta, fiel y precisa, como la vida misma, me esperaba.
Ya en casa, me miré al espejo, con ojos críticos, casi con odio, y con resignada obediencia, tomé la gillette –rosa-  y eliminé de un saque y sin piedad de mi mentón y mi rostro, el vello, la pelusa y todo vestigio de salvajismo o masculinidad que pudiera opacar la condición de mi género, de mi sexo...débil. 
Más tarde me acosté a dormir y a los pocos días me olvidé de Lula y sus palabras, de mi respuesta y mi reacción, tardía, de obediencia privada, de capitulación posterior.
A veces las palabras son la única rebelión que nos queda, ante ciertos mandatos, ante ciertas órdenes. El último y seguro refugio. El recóndito y salvaje vello, que crece, con fuerza, revigorizado, insolente y vital, ahí, a lo Frida, justo sobre el borde del labio superior derecho, allí, donde más le molesta a Lula y a tantas como ella.

Dolores Velasco Suárez, 2018