jueves, 28 de junio de 2018

Día 106

Vuelvo el miércoles del laburo y luego de cenar caigo desmayada en la cama. Es un tema porque si no me "agoté" lo suficiente -y parece que no-, me desvelo. A veces es sencillo seguir durmiendo, otra no. Abro la compu y me pongo a navegar la red, chequeo el celular, escucho música, como sistemas para dormir o seguir durmiendo, un desastre, pasan los minutos y nada funciona...lo mejor sería apagar todo y cerrar simplemente los ojos. Dormir. Eso haré supongo, pero antes, pienso, podría actualizar el blog. Así que así procedo mientras pienso en los resultados de los estudios de rutina que me hice en estos días...tomografía, eco-grafías y mamo-grafías, análisis de sangre...creo que todo está dentro de lo previsible aunque determinadas terminologías asustan un poco y una no entiende demasiado, entonces ahí está google, para calmar o excitar nuestra inquietud...en fin, debería esperar a que mi doctora vea todo, ella es quien tiene siempre la última palabra. Una de las cosas que me "hace feliz", es que el dichoso marcador CA125 está dentro de los rangos normales. Y eso me da cierto alivio, sino mucho, bastante. Dicho esto, ¡a dormir, que mañana se trabaja!

martes, 19 de junio de 2018

Día 105

                                                   
                                        (Amanecer hoy desde mi ventana en Boedo, CABA)



                                                 (Reloj en estación Retiro, domingo, 18.35)

sábado, 9 de junio de 2018

Día 104


Sábado en casa con June. Mirando fotos viejas, me inunda por momentos esa melancolía suave, casi placentera pero que bordea peligrosamente la nostalgia. Así que guardo la caja en el estante de arriba de mi ropero, la corto con los recuerdos. Sin embargo, una imagen, la de mis padres muy jóvenes y creo, ya de novios, vestidos de gala y yendo al Colón, me persigue. El vestido que luce mi madre es  largo hasta los tobillos, de color rosa y tiene unos bordes de pasamanería dorada. Se lo había hecho ella misma. En la foto se ve blanco, negro y gris. Ninguno de los dos está mirando a la cámara, están absortos mirándose uno al otro. En realidad, mirando en detalle, mi padre es el que observa a mamá, mi madre tiene los ojos bajos y esboza una tibia, tímida sonrisa. Y en esa mirada pienso, pendiendo de sus emociones, de su pasión, de su deseo, se empezaron a gestar las vidas y almas mía y de mis hermanos. De ese amor, humano, intenso, imperfecto, tan frágil pero fuerte al mismo tiempo y esa atracción que sintieron el uno por el otro, una atracción tan grande que los llevó a unir sus vidas para siempre, y traernos al mundo. En fin, lo que decía, la melancolía es peligrosa. Pero inevitable a medida que pasa el tiempo. ¿No?