martes, 27 de noviembre de 2018

Dia 123


                                
                                                          (Luna saliendo sobre Boedo)

Buenas noticias. La duquesa de Boedo, mi gatita, mi June, está bien. Finalmente la llevé a la veterinaria el martes pasado y la revisó, la auscultó, mientras yo la sostenía y June bufaba por todo lo alto, y me dijo que estaba todo ok. La pesamos -metida en el bolso- y estimamos unos cuatro kilos. Hay que controlar el tema del peso y  me indicó la doctora que la lleve en seis meses. El bulto que yo le palpaba no era más que el esqueleto en la parte del esternón. Así que todo resultó en una falsa alarma. Qué alegría. 


Mientras tanto se termina el año, hay mil actividades, cosas que hacer y fechas límites, entre exámenes, corrección, recuperatorios, orales, cierre de proyectos, entrega de informes y entro en una vorágine dentro de la cual es difícil mantener la calma a veces, el mundo circundante se altera con uno y todo es un ida y vuelta. Además me fui por tercera vez del chat de whatsapp de amigas "auténticas" donde todo es una uniforme masa de comentarios sobre política y religión con los cuales no acuerdo en nada, donde me siento cada vez más fuera de lugar, mientras mi vida fluye por otros cauces, otros rumbos, geográficos, ideológicos, y de experiencia cotidiana y diaria. Es doloroso sentir que después de tantos años de vida compartida donde fui testigo de tantas cosas, donde a su vez ellas participaron de algunos o varios eventos en mi vida, poco o nada nos une ya, y la amistad que algún día tuvimos se fue desintegrando. Sé que es un tema, como muchos otros, alrededor del cual doy vueltas, un poco sin arribar a un puerto definitivo, pero son cosas que en el fondo y no tan en el fondo, duelen, lastiman. Quizás las heridas vienen de hace mucho, quizás fue mucho tiempo tolerando diferencias, intentando asimilarlas e incluso "adaptarme" y parecerme, intentar "pertenecer" y ser parte algo que definitivamente no va conmigo. En fin, creo que sólo el tiempo dará respuesta o solución a estos temas, mientras tanto, trato de transitarlos lo mejor que pueda, tratando de ser sincera, y honesta con ellas y conmigo. 

sábado, 17 de noviembre de 2018

Día 122

Estoy preocupada. Mi gata June, tiene, desde hace un tiempo un bulto bastante grande en el cuello, en el esternón, creo. Lo noté recientemente, casi imperceptible fue creciendo, de una manera en que, al advertirlo, me quedé pensando, sigo pensando, cuanto tiempo estuvo ahí, presente. Revisando fotos, la verdad, fotos de ella no me faltan, le saco todo el tiempo, atando cabos, comienzo a definir una fecha de aparición que podría coincidir con la segunda mitad del año, definiendo un mes, quizás septiembre, octubre. Y estamos a noviembre. La gata no tiene síntomas, duerme, se alimenta y toma agua normalmente, hace sus necesidades en el arenero que tiene, no me deja alzarla, pero ella siempre fue medio arisca. El año pasado la operé de tumores en las mamas, y ya que estaba también la hice castrar. La operación fue un estrés para ella y para mi, se recuperó bien y tiempo después nos mudamos a Boedo, al pequeño departamento que compartimos. June tiene once años, cumple doce el año que viene, es, según los libros, una gata geronta. Sé que no va a vivir para siempre, que yo tampoco viviré para siempre, que estamos de paso, pero siempre desee para ella, una vida larga, sana y feliz. Este nuevo bulto, esta nueva patología me preocupa, me deshago mirando y buscando información en internet, tratando de obtener alguna respuesta que me tranquilice. Mientras tanto dilato el momento de llevarla a la veterinaria que tengo más cercana, donde ya consulté con la doctora que está allí. June detesta ir al veterinario y yo por ende, no soy muy amiga de llevarla. Pero el momento se acerca en que tendré que pedir la opinión de un profesional, porque no puedo verla así, y no hacer nada. En fin, como decía preocupada, un poco, bastante, por mi gatita, June, a quien amo con toda mi alma, y a quien quiero ver fuerte, sana y feliz, un tiempo más, unos años más. 


(June descansando al sol en nuestra cama, la semana pasada)

martes, 13 de noviembre de 2018

Día 121

 
   -El problema es que soy muy intensa.- dije de repente cuando la catarata de palabras, relatos, experiencias y razonamientos me condujo inevitablemente a este adjetivo.
  -Si.- dijo ella. Y anotó mientras agregaba algo así como: Ahí está la clave, el quid de la cuestión.

Soy intensa, cuando me acerco demasiado a los demás, y sin quererlo ni desearlo me "enciendo" y los "quemo" con mi afecto, mi amor, mi necesidad incombustible de amar y ser amada. Entonces se suceden las pequeñas explosiones, las combustiones, los choques. Creo que este juego, esta dinámica, muchas veces es mutua. Esas escenas donde  el otro se acerca, me atrae, me busca, yo voy a su encuentro, nos encontramos, nos confundimos en uno, entonces, yo me irrito, el otro o la otra se irritan a su vez y sobreviene -inevitable- la distancia. Y vuelta a empezar como en una rueda, todo de vuelta. Mirando hacia atrás y recordando, reconozco que el camino recorrido es extenso, que los pasos dados son inmensos, nada más ni nada menos, que 48 años. Acá estamos chapoteando a veces en el barro, bailando los días de lluvia, andando en bici y mojándome hasta los huesos, bañándome en la luz del sol y de la luna, disfrutando de esta felicidad, que pienso que no es más que una fabricación, una manta que me protege de la noción cierta de que el mundo es un lugar inhóspito, frío, ingrato. Voy y vengo de esas certezas que me fui fabricando, que fui edificando, construyendo, y ante todo, vivo, consumo estos años que quedan por delante, con la mayor consciencia posible, porque los sé, en su eternidad, efímeros, breves, y escasos dentro de su pródiga extensión. Pero bueno, volviendo al tema del amor, sí, se trata de graduarlo, como el calefón, para que no se queme, para que quede en un intermedio, un agua tibia-caliente que nos moja, nos baña nos limpia, sin quemarnos, sin hacernos arder por demás y consumirnos en su mismo calor, esa temperatura extrema que -como señaló el gasista que me instaló el nuevo calefón- es para pelar chanchos...


   
                                Tango "Tu Corazón" (Orquesta Típica Misteriosa Buenos Aires) 


    
                                              Feliz con mi nuevo calefón y mi agua caliente

jueves, 8 de noviembre de 2018

Día 120

Los días nacen y se extinguen entre soles y lunas y se acerca fin de año. Las vacaciones, el momento de la pausa del descanso. El tiempo voló, como un suspiro pasó ya casi otro año más. Un año marcado por la ausencia física definitiva de Horacito, tan bueno, tan especial y entrañable, tan presente en cada recuerdo, en los vínculos recuperados con la familia Torres, en la cajita para tes que me regaló y que ayer llevé al trabajo para compartir con las compañeras, en fin, en cada gesto que tuvo en vida conmigo y con cada uno de los que lo rodearon. Un año también signado por el trabajo, por el aprendizaje, por la concreción de nuevos proyectos, por el análisis. Pero...¡alto! ¿Ya estoy haciendo balances y enumeraciones? Todavía faltan semanas, cinco o seis...de todas maneras es bueno ir pensando en cerrar ciertos temas, concretar otros y soltar ciertas cosas. De a poco y no tanto siento que me fui transformando en alguien distinta, alguien nueva, en esencia la misma pero reconstituida a través de muchas lecciones, algunas dolorosas que me tocó aprender, vivir y transitar. Creo que me llevo para siempre o lo que me queda de camino, esa noción de que definitivamente estamos acá para aprender, para transitar esta aventura apasionante, comprendiendo y aceptando nuestro destino pero también luchando por modificarlo si hiciera falta, si entendiéramos que algo no nos hace bien, o nos hace daño. De estas y otras cosas charlamos con Marce el otro día en el parque, donde pasamos entre mates, torta, tambores, ladridos y cantos de pájaros, una tarde hermosa, de esas que se atesoran en el corazón, que se quieren prolongar y extender en el tiempo que se escabulle travieso, como las horas que expiran unas atrás de otras. Esa noción de que se puede ser feliz con tan poco. De que un momento de amistad, de conexión, de entendimiento, de intercambio valen más que tantos desencuentros, decepciones que a veces me llevo por poner demasiadas expectativas en el afuera en el otro, esperando de los demás más de lo que me pueden brindar, olvidándome de dejar que la vida, fluya, incansable, eterna y efímera por los cauces que tenga que fluir. Y de encontrar adentro mío, en mi interior aquellas reservas de energías y amor que a veces busco en el afuera y en mis semejantes.