jueves, 19 de enero de 2017

Ser felina -una introducción-

Tengo una gata que se llama June. June no es por nada, es hermosa y salvaje. Es la primera mascota que tuve en la vida y decirle asi me suena raro porque mas que eso se trata de un ser que entró a mi vida, a mi cuidado -que peligro- y a mi existencia casi sin que yo me lo propusiera, diez años atrás. Sobre June he escrito varios párrafos. Supongo que seguiré escribiendo mientras siga inspirándome más cosas. Justo ayer recibo en mi correo un articulo escrito por un cura titulado: "La caída del hombre y la elevación del perro". Las palabras, que quieren ser ocurrentes, hablan por si mismas. La voz que nos predica no puede comprender el amor -para el autor, desmesurado- que una persona puede llegar a sentir por un animal. Respondí el mail con varios textos que escribí en torno a June mi serie "Ser felina", foto de June, video de June, palabras de Lord Byron a su perro y párrafos de un escritor llamado Lafcadio Hearn referido a los perros. En fin. No recibí respuesta al momento pero si otro mail titulado: "Audiencia con el papa, etc". Colijo que mi destinatario no leyó mi respuesta o si la leyó, se tomará su tiempo para responder. Hoy leo en internet un párrafo escrito por Freud en torno al amor a los animales. Dice asi: «Los motivos por los que se puede querer tanto a un animal, con tanta intensidad; es porque se trata de un afecto sin ambivalencia, de la simplicidad de una vida liberada de los insoportables conflictos de la cultura. Los perros son más simples, no tienen la personalidad dividida, la maldad del hombre civilizado ni la venganza del hombre contra la sociedad por las restricciones que ella impone. Un perro tiene la belleza de una existencia completa en sí misma, y sin embargo a pesar de todas las divergencias en cuanto a desarrollo orgánico, existe el sentimiento de una afinidad íntima, de una solidaridad indiscutible. A menudo cuando acaricio a Topsy me he sorprendido tarareando una melodía, que pese a mi mal oído, reconocí como el Aria de Don Juan. Mucho más agradables son las emociones simples y directas de un perro, al mover la cola de placer o ladrar expresando displacer. Nos recuerda a los héroes de la Historia, y será por eso que a muchos se los bautiza con el nombre de alguno de esos héroes». Sigmund Freud.







(¿no es hermosa?)

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