jueves, 21 de febrero de 2019

# 7 evento

Volviste al ruedo. Las clases todavía no arrancan -pronto, pronto-, pero ya te reincorporaste, conociste a nuevos compañeros y directores, te reencontraste con los de antes. Te capacitas, vas a las escuelas. Un año de cierta incertidumbre laboral, año de elecciones que algunos anticipan como difícil.
Todo está por hacerse, por aprender, por enseñar. Todavía no entraron en escena ellos, los protagonistas, los depositarios de todos nuestros afanes, los bulliciosos, los estudiosos, los cariñosos, los indiferentes, los doloridos, ellos, lo más sagrado que tiene nuestra sociedad.
Los pizarrones están en blanco, las aulas en silencio, los patios vacíos. Estás llena de incógnitas, ¿cómo será el año que comienza? ¿qué nuevos saberes y aprendizajes tendrán lugar? Revisás tu propia práctica y encontrás conductas para modificar, otras, sin dudas, deberían sostenerse e intensificarse. El amor y la dedicación por lo que hacés, el entusiasmo, el optimismo, las ganas de seguir, vos también, aprendiendo, transmitiendo y alentando el amor por el conocimiento, por el aprendizaje de un segundo idioma. 
Deseás y te proponés un buen año, productivo, satisfactorio y exitoso para vos y para tus colegas y alumnos, un año de donde la curiosidad, la capacidad de aprender y enseñar no se agoten, las ganas crezcan y se alimenten cada día, de las voces, el cariño, risas y cantos infantiles, de esa capacidad de asombro intacta que traen en sus miradas, y que son el motor de todo aprendizaje. 
Mientras vas y volvés bajo un intenso calor, un febrero un tanto bochornoso, te distraés mirando por tu ventana, la luna por estos días, redonda, llena, ejerce su selénica influencia en las almas y espíritus, y el sol, pujante, cálido e intenso, te carga de energías por la mañana, mientras desayunás, escuchás un poco de música y planificás la jornada por venir. 







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