viernes, 8 de febrero de 2019

# 6 evento

Ultimos días de vacaciones, se fue enero y transito febrero entre actividades varias, descansando y disfrutando mucho. Por estos días ando leyendo, mucho de internet y la computadora, escribiendo un poco, yendo al cine, visitando y juntándome con amigos y también me enganché en unas tareas de reflexión por whatsapp en torno a la abundancia y la prosperidad en nuestras vidas. Esto último es algo novedoso para mi y estoy entusiasmada con una nueva manera de ver ciertos aspectos de mi vida. Por otro lado, sigo avanzando en mis vínculos personales y afectivos, siguen habiendo desacuerdos con personas que amo y eso me produce cierta tristeza ante dinámicas que quiero evitar y que no deseo repetir. Pero está visto que los cambios son de adentro hacia afuera y que, como todo, se avanza, para luego retroceder y volver a tomar impulso hacia adelante. Es la vida, no quiero engañarme en ese sentido, pero a veces el deseo y la voluntad firme de abandonar determinados lugares me ayuda y otras quizás, me juega en contra. Comparto al respecto de lo dicho, un poema hermoso de Olga Orozco, una escritora que voy descubriendo y saboreando de a poco. 


Esa es tu pena.
Tiene la forma de un cristal de nieve que no podría existir si no existieras
y el perfume del viento que acarició el plumaje de los amaneceres que no vuelven.
Colócala a la altura de tus ojos
y mira cómo irradia con un fulgor azul de fondo de leyenda,
o rojizo, como vitral de insomnio ensangrentado por el adiós de los amantes,
o dorado, semejante a un letárgico brebaje que sorbieron los ángeles.
Si observas al trasluz verás pasar el mundo rodando en una lágrima.
Al respirar exhala la preciosa nostalgia que te envuelve,
un vaho entretejido de perdón y lamentos que te convierte en reina del reverso del cielo.
Cuando la soplas crece como si devorara la íntima sustancia de una llama
y se retrae como ciertas flores si las roza cualquier sombra extranjera.
No la dejes caer ni la sometas al hambre ni al veneno;
sólo conseguirías la multiplicación, un erial, la bastarda maleza en vez de olvido.
Porque tu pena es única, indeleble y tiñe de imposible cuanto miras.
No hallarás otra igual, aunque te internes bajo un sol cruel entre columnas rotas,
aunque te asuma el mármol a las puertas de un nuevo paraíso prometido.
No permitas entonces que a solas la disuelva la costumbre,
no la gastes con nadie.
Apriétala contra tu corazón igual que a una reliquia salvada del naufragio,
sepúltala en tu pecho hasta el final,
hasta la empuñadura.


Olga Orozco 




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