jueves, 23 de febrero de 2017

Día 21

Cada vez me convenzo más. La vida está hecha de momentos. Breves, bellos, dolorosos, efímeros. Momentos. A veces logramos capturarlos con palabras, con imágenes, a veces quedan el corazón como recuerdos, hermoseados o afeados según la memoria caprichosa y azarosa que los moldea a su antojo. Recuerdo la sensación de placidez de un domingo cualquiera. Tal vez el pasado. El sol se asomaba desde el patio a la cocina y yo comía uvas. Más tarde saldría con la bici y haría el camino de siempre entre los árboles de Palermo y la música. Quise capturar una melodía el domingo pero la lista de canciones se sucedió y no frené la marcha  para ver que canción era la que tanto me gustaba. Hoy jueves, anticipando -amorosa anticipación- el finde largo y escuchando música, escribiendo mientras June descansa estirada cuan larga es a los pies de "nuestra cama". Más música. Y así se van escapando los momentos uno tras otro en desfile constante, mágicos, felices, tristes. Se suceden, a veces se repiten idénticos otras con pequeñas variaciones. Persistentes y frágiles a la vez, algunos nos recuerdan que estamos vivos, que el cielo y también el infierno son estados del alma. Y que todo es hoy, ahora mismo, en este instante, este segundo, una eternidad, nada más.




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