jueves, 16 de febrero de 2017

Dia 17

Escucho el adagio del concierto para piano de Mozart número 23 por millonésima vez. Mientras el espíritu se va elevando con la música y la suavidad de los acordes del piano, la mente vuela recordando los eventos de estos días, la vuelta al trabajo, la casa familiar, los visitantes de la casa, Claudia que la muestra, Juan y Ezequiel que después de un mes o más dieron señales de vida, la capacitación en servicio de ayer y antes de ayer, los encuentros con los compañeros de trabajo, Verónica que me reemplazó todos estos meses en la escuela tres y a quien le disgusta que vuelva, conversaciones, diálogos, escenas, Alejandra tan buena que perdió a su hermano, las otras maestras consolándola, la gata que esta en celo y llama a los gatos, la tormenta que amenaza -cuánta lluvia en estos días-, la placa de audio de la computadora que parecía que estaba fallando y que súbitamente se compuso, la mujer que se cayó en la calle ayer atrás mío y que atiné a ayudar un poco, junto con otra gente que se congregó, la situación política, social y económica del país que nos tiene a muchos a mal traer, cada vez más, la vida que fluye incansable hacia adelante, sin pausa, sostenida y constante, empujándome a veces, abrazándome otras, envolviéndome con arte y seduciéndome para que casi ciega, la tome de la mano y avance sin remedio con ella. Adelante, siempre adelante.


                                           (cielo tormentoso en el campo de Jime año 2015)

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