Hermosa tarde ayer en el Parque con mi amigo, Marce. Sentarse en un banco, charlar, tomar los mates más ricos del mundo, ver la vida transcurrir, la gente que va y viene, los que gozan y se quedan eternamente ahí, tirados en el pasto descubriéndose, mientras les nace el amor, muere el día y la luna nos baña con su luz, un viento suave nos despeina un poco las ideas y la vida que se hace más palpable en cada persona, en cada gesto, en cada palabra, ese disfrute del aquí y ahora, sin reloj ni calendarios. Una maravilla ser testigos de tanta vida latiendo en el aire. Siempre se agradecen esos momentos de conexión, de paz y armonía, tan difíciles de conseguir en el mundo y su vorágine actual. Pero en el parque, el único, el mejor parque, la vida se detiene y se expande en toda su capacidad de ser y estar a la vez, mientras se van prendiendo las luces, en la fuente el agua fluye incansable, el lago brilla reflejando la luna y nos preguntamos cual será la hora de cierre porque la gente sigue disfrutando y ya es de noche.
Y el regalo extra de la superluna!
ResponderEliminarSi! Un Regalazo! Esa luna...luna...luna!
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