Ayer sábado -confieso- perdí bastante el tiempo, o eso siento...Hoy me levanté más o menos temprano y con mi bici y sus dos ruedas -una recién cambiada-, me acerqué hasta el Jardín Japonés. El día estaba -está- hermoso, azul, limpio, luminoso. Visitar el parque es un paseo que me encanta hacer. La última vez había entrado en enero de 2015. Recorrer los senderos y detenerse a mirar los árboles, las plantas, los monumentos, la información que abunda en cada rincón. Sentarse en un banco, como hice hoy, frente al sakura -cerezo- y dejar ir los pensamientos, meditar un poco, descansar, mirar el cielo y dejar que la luz que desciende vertical, me llene de energía. Entré a la tienda que hay a un costado del camino a comprar algún recuerdo, me encantan las grullas, las kokeshí y hoy compré algo que me atrajo porque había grandes carteles explicativos acerca de él. Se trata de un Daruma. Ya había leído algo acerca del tema en el facebook y blog de unos amigos que son amantes y conocedores del Japón y su cultura. Hoy decidí adquirir uno y hacer la prueba. Según el texto explicativo que vino en el sobre con mi pequeño Daruma, se trata de un tradicional amuleto japonés, es una representación del esfuerzo y símbolo de la perseverancia, del "si te caes 7 veces, te levantas 8". Los japoneses regalan o se regalan a si mismos un Daruma al fijarse objetivos (alcanzables). Cuando has decidido tu propósito, debes pintarle el ojo izquierdo. Mientras tanto cuando veas al Daruma, te acordarás de tu objetivo. Recién cuando lo consigas, debes pintarle el otro ojo en señal de agradecimiento.
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