Querés entender pero no podés, en qué punto se torció el
destino, que dos ideas opuestas que no llegan nunca a reconciliarse gobiernan
este mundo, tu mundo, tu país. Qué almas tocadas quien sabe por qué vara consideran injusto que la
otra mitad –más de la mitad- tenga techo, tierra, trabajo y alimento. Qué
corazones duros pueden decir esto y aquello, sin pensar, sin razonar, juzgando
y condenando siempre desde una moral que no comprendés que te es ajena,
incomprensible, extraña. Porque vos sos la otra mitad.
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