domingo, 16 de abril de 2017

Día 37

                 Un domingo de Pascuas distinto, en soledad, lejos de reuniones familiares, de celebraciones religiosas, de liturgia, esa liturgia de la luz que tanto me gusta o me gustaba, donde acudo a una iglesia a oscuras con mi vela y desde el enorme cirio pascual comienzan a iluminarse una por una todas las que cada uno de los asistentes lleva. "Luz de Cristo, demos gracias" y tantos cantos. Sin dudas es de una belleza que siempre me conmovió, más que la de la Navidad misma quizás, más que cualquier otra por ser quizás la más significativa del año. De todos modos este año como digo no hubo meditación, no hubo rezos, no hubo Iglesia ni ceremonia de la luz. ¿Me estaré volviendo atea? No lo creo, más bien me siento alejada por diversas circunstancias de todo eso. Quisiera mi propia liturgia, "just a plain and simple chapel " pero seria egoísta porque justamente estas celebraciones adquieren sentido en comunidad. De todos modos recibí y envié felicitaciones por "whatsapp" -la nueva tecnología invade todo suplantando el contacto humano- y me senté a escribir esta breve reflexión. 


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