Todo parece a punto de estallar
todo el tiempo últimamente. Conviene a muchos que vivamos así con esa sensación de que todo
se acaba rápido. Dicen que la gente infeliz consume más. Es posible, la
angustia nos impulsa siempre a querer compensar con cosas materiales lo que nos
falta en el alma y el espíritu. Supongo que no descubrí América pero bueno a
veces cabe identificar bien de donde provienen ciertas compulsiones, ciertas
ansiedades. Creo que hay un doble juego entre el exterior que nos cosifica para
utilizarnos, para consumirnos y el interior nuestro –mío- tan pobre muchas
veces, tan poco conforme con lo que lo rodea. Mientras tanto a vivir, a comer -o hacer dieta, siempre- , a escribir, a leer, a hacer
el amor como sea, donde sea, porque los días se acaban, el mundo se termina,
pero no.
(Campo de Jime, de vuelta, enero 2015)
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