(Automat, 1927, Eduard Hopper)
Me encanta Hopper. Miro sus cuadros y me transmiten mucho con sus personajes solitarios y aislados en medio de una ciudad esquiva, en medio de un paisaje a veces despojado donde frecuentemente lo que más sobresale es esa sensación de soledad y de aislamiento. Me gusta como la luz entra desde una esquina como un rayo de sol por la ventana o desciende desde un poste de luz sobre la calle. Los colores son rotundos y definidos, las figuras precisas y estáticas. Quizás me siento un poco como ellos, perdida y al mismo tiempo recuperada en esas imágenes.
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