Cuando la felicidad no entra en el cuerpo...y eso que cuerpo tengo...pero la alegría y la felicidad -es bien sabido- son anárquicas, desquiciadas, desaforadas y no entran en cuerpos, en cajas, en contenedores, en bolsas de plástico, la felicidad, la alegría, el goce no respetan cuerpos, ni horarios, ni limites de ningún tipo, por eso desbordan caprichosas las esquinas, las rejas de todo tipo, las paredes de cualquier material, agradecidas, a quién supo entender, a quién no se asustó de tanto sobresalto, de tanta omnipotencia, vaivenes y delirio y en última instancia supo detener el camino autodestructivo de la pena y el dolor. Para que siga prevaleciendo, la feliz, la delirante, la luminosa entrega de la alegria por los cuatro costados. desfachatada, desafiante, pero dulce y apacible, cuando regresa sobre sus pasos y reconoce la mano tendida, el abrazo apretado, el block de papel, la birome y la palabra dicha a tiempo, cuando ya no habia tiempo que perder, cuando la linea ya estaba cruzada, y el límite sobrepasado. Entonces vuelve digo sobre sus pasos y se alegra doble triple y cuadruplemente. Porque tiene derecho, porque sufrió y lo sabe y porque vale después de todo, la pena, la risa, el juego y oh, la suprema libertad.
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