Así somos. Intensas, locas, protectoras, quijotescas, aguerridas, entregadas, generosas, agradecidas, amantes, maestras, madres, ingenieras, arquitectas, abogadas y mil cosas más. Amamos la vida, detestamos la muerte, la muerte en vida, la inacción, la cobardía, el egoísmo, la falta de compromiso, la violencia. Porque lo comprometemos todo, el propio cuerpo, la existencia misma en dar vida, en alimentar, cuidar, proteger al indefenso, al que llora, al huérfano, al abandonado. Porque también somos abandónicas, ansiosas, angustiosas, pasionales, irascibles. Nos enoja la injusticia, la inequidad, la falta de solidaridad, la amargura, la conveniencia. Lo queremos todo, ya, ahora, ayer. Amamos la cotidianeidad, el compartir los detalles. ¡Detalles, detalles, detalles! Vivimos de pequeños detalles, de maravillosas y minúsculas coincidencias, de señales, de sincronicidades. ¡Sueños! Soñadoras, fantasiosas, ilusionadas, nos entregamos al otro, a la otra, a los otros. Arriesgadas, sin medir las consecuencias, impetuosas, valientes, gritamos, reclamamos, arriesgamos, nos jugamos el todo por el todo. De frágil carne, de cristal son nuestras ideas, forjadas en la sangre, las lágrimas, el llanto y el viento.
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