Se acaba el año, se nos va de las manos, se nos escurre entre los dedos. Mal pude imaginar, cuando este año -y este blog comenzaron-, que traería tantos eventos, tantos acontecimientos tan trascendentales para mi vida. Quizás suceda que a medida que los años pasan todo se vuelva vertiginoso, comienzan cada vez más seguido a suceder cosas que nos parecen vitales, importantes, definitivas. Son las últimas veces de muchas cosas, de lugares, de personas, de vivencias, de todo. Como en un tobogán sentimos que todo de ahora en más, es descenso veloz y sin frenos. No sé, quizás divago, al tiempo que escribo y expreso estos pensamientos sin filtro pero es lo que siento. Deseo muchas cosas para el año que comienza, esos deseos y resoluciones que tienen que ver con ser más feliz, más libre, más sana y otras cosas, las dejo por escrito en un cuaderno de notas que inauguré, se trata de escribir acá, allá, en todos lados, porque ciertamente escribir me hace feliz y no solo eso, resulta sanador, liberador. Gracias por leerme, por acompañarme en silencio este año que termina porque en definitiva, si bien la escritura es un trabajo solitario, uno también busca ser leído, escuchado, reconocido y muchas veces -si no la mayoría- es esa retroalimentación la que nos mantiene vivos, andando, en marcha. Un año difícil para muchos, no solo para mí, mucha gente que sufre, que está mal y por causas completamente ajenas a ellos. Deseo también para ellos salud, paz y justicia, sintiéndome yo también responsable y parte de ese destino que nos engloba a todos, porque como dijo el poeta: "ningún hombre es una isla". Por último me gustaría compartir la última foto del año, y que es la del primer arco iris que pude apreciar desde mi ventana el día que murió Horacio. Ojalá sea un símbolo de los tiempos por venir.
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