"Es el estado que sucede a la "hipomanía", me define Tere mientras describo mi situación de desgano total, de bajón, de desencanto, incluso de tristeza. Luego de la alegría inicial de volver a casa me sobreviene esta sensación de hastío y tedio, de fracaso, tan intensa, tan difícil de sacudir. Por reiterada, por repetida, por inesperada, por inexplicable. O al menos difícil de anticipar entre tanta euforia, tanta actividad, tantas cosas que venía haciendo y emprendiendo. Trato de pensar en cosas agradables, como en la biblioteca que me compré, pequeña, pero biblioteca al fin y en los libros que esperan para ser ubicados, ordenados, clasificados, lo que sea, que esperan ocupar su lugar en los estantes de melanina blanca. Y este pensamiento me consuela un poco, me nutre de ideas, de cierto medido entusiasmo. Hoy temprano vi salir el sol por la ventana cuando me desperté para ir al Rawson a ver el tema de la licencia médica. Se solidificaba detrás de los edificios y mientras lo miraba recordaba un sueño de la noche previa, debía asistir al colegio pero quería faltar, ratearme y tal vez quizás mi gata todavía vivía y daba vueltas por el pequeño departamento.
lunes, 26 de agosto de 2019
jueves, 22 de agosto de 2019
# 17 serendipia
Un hombre duerme. Un hombre duerme en mi cama. Lo miro dormir mientras tomo café, y como arándanos. Después de dos años de vivir acá, de comprar esta casa, comparto la cama con un hombre, el hombre es alto, de contextura grande, me resulta atractivo. Lee, escribe, vende libros, edita, ya desde el vamos nos unen intereses del tipo literario. Vino anoche a casa después de vender libros en Tigre, donde vive, cenamos juntos y tomamos cervezas....¿quizás tomé demasiado cerveza? ¿o quizás la batería de medicación de la noche hizo su efecto muy rápido? No lo sé...se hizo tarde para volver en subte y cuando me preguntó si tenía un catre o algo parecido, lo invité a compartir la cama conmigo. Primero se baño....un rato largo lo espere...y luego se acostó a mi lado a ver una película. Compartimos ese territorio onírico del sueño. Ese territorio indiviso pero particular e individual del dormir. Un poco después que yo, se despertó. Le pregunté como había dormido, a lo que el peregrino respondió: Hermosamente. Hermosamente comencé el día que se vistió de gris. Lo despedí, nos despedimos en la estación Boedo. de subte -Vivo lejos-, aclaró. Como explicándose o excusándose. Y lo dejé ir, con los brazos extendidos en un abrazo tenue, lo suficientemente suave como para que el ave vuele, libre, a su destino.
miércoles, 21 de agosto de 2019
# 16 serendipia
Cuando la felicidad no entra en el cuerpo...y eso que cuerpo tengo...pero la alegría y la felicidad -es bien sabido- son anárquicas, desquiciadas, desaforadas y no entran en cuerpos, en cajas, en contenedores, en bolsas de plástico, la felicidad, la alegría, el goce no respetan cuerpos, ni horarios, ni limites de ningún tipo, por eso desbordan caprichosas las esquinas, las rejas de todo tipo, las paredes de cualquier material, agradecidas, a quién supo entender, a quién no se asustó de tanto sobresalto, de tanta omnipotencia, vaivenes y delirio y en última instancia supo detener el camino autodestructivo de la pena y el dolor. Para que siga prevaleciendo, la feliz, la delirante, la luminosa entrega de la alegria por los cuatro costados. desfachatada, desafiante, pero dulce y apacible, cuando regresa sobre sus pasos y reconoce la mano tendida, el abrazo apretado, el block de papel, la birome y la palabra dicha a tiempo, cuando ya no habia tiempo que perder, cuando la linea ya estaba cruzada, y el límite sobrepasado. Entonces vuelve digo sobre sus pasos y se alegra doble triple y cuadruplemente. Porque tiene derecho, porque sufrió y lo sabe y porque vale después de todo, la pena, la risa, el juego y oh, la suprema libertad.
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