Los días transcurren, se suceden unos a otros y me voy adaptando al ritmo de trabajo, a los horarios, a estar horas de pie, a ir a tres escuelas, tres turnos, mañana, tarde y noche, varios días a la semana. Los niños me cargan de pilas, con sus demostraciones de afecto, sus cartitas, sus ocurrencias, su aprendizaje, su alegría, su energía y su fuerza. Me sorprenden, todo el tiempo, no dejan de hacerlo, y en ese continuo asombro, ese renovar una y otra vez el propósito de hacer todo de la mejor manera posible, dándolo todo, se fundan mis días.
Por suerte está el fin de semana para recuperarse, para juntar fuerzas, para descansar...¡y también para divertirse! Hoy tengo un festejo de cumple de una compañera, por la noche, en Villa Crespo, en un cantobar. Veremos que nos trae la noche del sábado, mientras tanto, me pruebo, zapatillas y medias de red -siempre quise unas, o mejor dicho hace rato que quería probarlas-. Para mi sorpresa son cómodas, ¡y se estiran lo suficiente!. Así que entre música, análisis, siempre los sábados por la mañana con Flora, atravieso este hermoso y soleado sábado de otoño.
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