Estoy preocupada. Mi gata June, tiene, desde hace un tiempo un bulto bastante grande en el cuello, en el esternón, creo. Lo noté recientemente, casi imperceptible fue creciendo, de una manera en que, al advertirlo, me quedé pensando, sigo pensando, cuanto tiempo estuvo ahí, presente. Revisando fotos, la verdad, fotos de ella no me faltan, le saco todo el tiempo, atando cabos, comienzo a definir una fecha de aparición que podría coincidir con la segunda mitad del año, definiendo un mes, quizás septiembre, octubre. Y estamos a noviembre. La gata no tiene síntomas, duerme, se alimenta y toma agua normalmente, hace sus necesidades en el arenero que tiene, no me deja alzarla, pero ella siempre fue medio arisca. El año pasado la operé de tumores en las mamas, y ya que estaba también la hice castrar. La operación fue un estrés para ella y para mi, se recuperó bien y tiempo después nos mudamos a Boedo, al pequeño departamento que compartimos. June tiene once años, cumple doce el año que viene, es, según los libros, una gata geronta. Sé que no va a vivir para siempre, que yo tampoco viviré para siempre, que estamos de paso, pero siempre desee para ella, una vida larga, sana y feliz. Este nuevo bulto, esta nueva patología me preocupa, me deshago mirando y buscando información en internet, tratando de obtener alguna respuesta que me tranquilice. Mientras tanto dilato el momento de llevarla a la veterinaria que tengo más cercana, donde ya consulté con la doctora que está allí. June detesta ir al veterinario y yo por ende, no soy muy amiga de llevarla. Pero el momento se acerca en que tendré que pedir la opinión de un profesional, porque no puedo verla así, y no hacer nada. En fin, como decía preocupada, un poco, bastante, por mi gatita, June, a quien amo con toda mi alma, y a quien quiero ver fuerte, sana y feliz, un tiempo más, unos años más.
(June descansando al sol en nuestra cama, la semana pasada)
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