viernes, 25 de mayo de 2018

¿Día 103? (Me olvidé)

Entre los muchos alumnos que tengo -este año todavía no hice la cuenta- pero son ocho cursos diferentes de tres escuelas distintas, esta semana me sorprendió uno en particular. Está en primer grado, es bajito, rellenito y se expresa con dificultad, es difícil comprenderlo y es probable que necesite la ayuda de una fonoaudióloga. Una piensa que está en su mundo, que hará el proceso a su modo, quizás con más lentitud. Y sin....embargo....cuando estoy al frente, haciendo la rutina de cantos y saludos, se acerca, se adelanta a mis pasos y me pide con su vocecita pequeña, que cante "happy", no solo eso, toma la tiza y escribe el mismo las palabras y dibuja las caritas que acompañan cada emoción, en rigor tres emociones, y que sirven de guía al canto...y si lo dejo continúa escribiendo él mismo en el pizarrón. "¡Sos un genio!", le digo en español. (Y es un genio). Así es de emocionante enseñar un idioma, enseñar lo que sea, así de maravilloso es el aprendizaje, tanto que nos excede, que no podemos dimensionar hasta donde llega, ni qué efectos produce en los demás. Son cosas que animan a seguir, no importa el cansancio, ni el dolor que sigue molestando, no importa nada con tal de que ellos sonrían, aprendan, estén felices.


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