Hay días en que sólo persisto, existo, sobrevivo. Qué se le va a hacer, es así. A veces cuesta el día a día, las luchas, sobre todo internas, contra uno mismo, contra los fantasmas, las pérdidas, por salir de ese lugar que despacio fui construyendo -¿me lo fabricaron de afuera acaso?- donde tanto tiempo, estuve quizás hasta cómoda, ¿feliz?. Quien sabe qué es la felicidad a fin de cuentas. Pienso que no existe, que son sólo momentos, estados transitorios del alma, emociones pasajeras, a veces intensas, breves, otras leves, prolongadas. Pero bueno, aún así, como en el poema, me levanto, aún así, sale el sol todos los días. Y se sigue más, un poco más. En medio de las dificultades, atravesada por las pérdidas, las angustias, las ansiedades, las inseguridades, ¡ay!esas inseguridades, esas faltas. Y viva, feliz, gozosa, conforme y satisfecha todo el resto del tiempo. Completa, quizás, de a ratos, incompleta, otros momentos. Y así en una sucesión de días, unos buenos, otros malos, otros olvidables, y otros tantos, memorables.
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