A veces uno se queda sin palabras. No porque no las tenga en la punta de la lengua siempre a punto de estallar en el aire. No porque carezca de ellas oportunas o no, en un infinito arsenal de vocablos. Quizás a veces el silencio también es un modo de comunicarse. O es que uno -una- está tan sumergido en el hacer que queda poco espacio para el hablar o el decir. O que se yo, es que hay cosas que no vale la pena contar o quizás que uno considera que no valen la pena. Es difícil distinguir unas de otras. Lo efectivamente intrascendente de lo apenas significativo. Quien sabe, el tiempo transcurre, entre silencios y palabras, las que uso para trabajar porque convengamos en que trabajo con la palabra...y las que vuelco entre otros lados en este blog, ocasional o cotidianamente.
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