¿Qué decir? A veces hay tanto para decir que el silencio se impone como una cortina de agua o de hojas que caen una atrás de otra. No sé. Me voy despidiendo de mi casa, la que me albergó diez años. Diez inviernos, diez veranos, con sus primaveras y sus otoños. La casa de papá, de mis hermanos, mía, de June "la verdadera dueña de la casa" en palabras picaras de papá...Pícaras y sabias porque la gata la vivió y la disfrutó quizás más que ningún otro habitante. Y yo...que la amé, la sufrí y la gocé. La casa de Pringles. Es momento de dar vuelta la página, de cerrar para siempre la puerta pesada, de madera y subir con alas nuevas, allá arriba, a mirar el cielo, el sol que se asoma, la luna que bendice con su presencia cada noche y cada atardecer.
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